La plata siempre se ha percibido como uno de los materiales más hermosos y atractivos para la ornamentación, aportando un valor añadido a todos los objetos en plata de la que forma parte.

Su maleabilidad la ha conducido a ser uno de los principales materiales para los más variopintos objetivos. De esta forma, se ha usado desde el principio tanto para la acuñación de monedas como para la elaboración de utensilios de uso doméstico y también, inevitablemente, de objetos decorativos.

Todo objeto fabricado en plata no solo exhibe su belleza intrínseca, sino que también refleja lo que hay a su alrededor. El “plateado” es el único color que no es un color en sí mismo, sino que indica que está mostrando los colores que lo envuelven. Es el color de los espejos y de todo aquello que deja intuir lo que hay en su entorno.

El atractivo de los objetos en plata

Cuberterías, marcos, relojes, patenas, candelabros… Todos estos objetos adquieren más valor cuando son objetos en plata. Tal es el atractivo de la plata que todos los objetos y enseres fabricados con ella ostentan serlo, con su certificado rezando que son de “plata de ley”.

Cuando fabricamos nuestros objetos en plata, sabemos que trabajamos con uno de los materiales más admirados y deseados. Por eso ponemos todo el esmero y el cariño en su elaboración. Sabemos que el producto final ha de estar a la altura del material con el que trabajamos.

Los objetos decorativos fabricados en plata artesanalmente siempre ocupan un lugar preponderante en las estanterías y las mesas de los hogares con buen gusto. Y no puede ser de otro modo. La sobria elegancia de la plata es muestra de calidad, sin excesiva ostentación, una pincelada de excelencia, discreta pero visible, que todo el mundo sabe valorar.